EL COMIENZO...

La idea de formar en inglés a los niños nació hace ya cinco años. Comenzó gestándose como una inquietud para retomarla cuando mi segunda hija llegó de China. En aquel momento, el chino parecía la primera prioridad para que no perdiera sus raices... Pero después de pensar y pensar que camino tomar, surgió el primer contacto con el inglés que se estaba incorporando en las guarderías y ludotecas.

Mi primera preocupación se produjo al recordar el rechazo con el que crecí aprendiendo inglés con una amplia base gramatical escrita pero escasa o inexistente destreza oral. Sabemos bien las razones que nos martirizan a la hora de hablar con una persona de habla inglesa.

Así que tomé la decisión de leer mucho, de mezclar metodologías que daban buenos resultados y utilizando la lógica de cómo hemos aprendido nuestra lengua materna, llegué a desarrollar un maravilloso método sin sello propio, sin copyright y la clave me la dieron los propios niños. Ellos quieren comunicarse y además no les importa equivocarse.

Aún no han sufrido las tediosas sentences del tiempo verbal que tocara.

Es hora de aprender paso a paso, sin saltarnos los más importantes: escuchar los sonidos para relacionar y llegar a entender, y mucho vocabulario para poder expresar y comunicar. Los errores se irán produciendo y serán necesarios para corregirlos a medida que los niños ya tengan la madurez y deseen estudiar inglés. Nadie se ofende cuando un nativo habla nuestro idioma y comete miles de errores. Demos la oportunidad a los idiomas, cualesquiera que sean, que podamos disfrutar para que en el futuro nuestros hijos puedan vivir en cualquier parte del mundo y que no les paralice un idioma.